CS desde casa en tiempos de pandemia

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Por aquel entonces, llevábamos una semana de confinamiento voluntario aquí en Berlín...corría el 20 de marzo cuando nos decidimos a lanzarnos y ofrecer una clase virtual, a ver lo que ocurría...
La verdad es que no teníamos la idea de adaptar nuestras clases a este formato pero fueron varias familias las que nos pidieron continuar. Eso, junto a la necesidad vital que iba surgiendo en nuestro interior de llevar a todas los familias de CS, especialmente a los niños, algo de normalidad en esta situación de excepción que estaba transformando por completo nuestra vida, fueron los motivos que nos llevaron a empezar a construir Club Solete On-line.
 
Así saltamos con nuestra maleta y nuestro tutú, de nuestro comedor a través de la pantalla a la casa de nuestros alumnos...fue un salto grande, sin pensarlo mucho pero seguro y decidido...y con nuestro corazón en la mano.
Poco imaginábamos que aquellas primeras clases y cuentacuentos para salir del paso iban a ser las primeras de muuuuchas y que dos meses después, esa cita semanal formaba ya parte de nuestras rutinas.
 
¡Qué sorpresa!....lo mejor es seguir viendo a nuestros alumnos, seguir compartiendo y acompañarles y sentir que, a pesar de todo, nos lo seguimos pasando bien, que siguen aprendiendo español y que aunque sea una gran o pequeña pizquita, nos hacemos la vida más bonita.
 
Hemos plantado semillas, escrito versos, creado poemas gráficos, jugado con los antónimos y los sinónimos, con la B y la V, hemos aprendido la hora, hemos hecho trucos de magia, recitado rimas, trabalenguas, hemos hecho de detectives, observado a los cisnes, a las mariquitas, hemos cantado, hemos bailado, hemos dibujado, coloreado y adivinado,  y lo mas importante,
hemos experimentado y vivido lo que es aprender con este otro soporte, 
que es una pantalla
y que aunque parezca que estamos lejos,
nos permite estar muy cerca.
 
Ha sido un aprendizaje positivo para todos y nos sentimos muy agradecidas,
pero estamos como locas de poder volver a dar nuestras clases auténticas, 
presenciales,
de carne y hueso,
de ver lo mucho que han crecido, 
de ver de muy cerca, cómo sus ojos se iluminan mientras nos cuentan cualquier anécdota que les haya pasado,
o mientras les leemos un cuento,
o cantamos juntos una canción.
 
Gracias,
gracias,
gracias.
 
Bea y Lali

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