Queridas mamás, queridas madres:
Con motivo del día de la madre, esta nueva entrada en el blog la queremos dedicar a vosotras, o sea, a nosotras, a las mamás.
Queríamos compartir cómo estamos viviendo, como madres, esta fase tan intensa y extraña. Está siendo para todas nosotras una experiencia y un reto muy fuerte a nivel personal y emocional.
Escribo estas letras con un murmullo contante que hay en la casa que, si bien ya es cotidiano, espero en algún tiempo poder echar de menos…
La condición de madre creo que nos ha hecho llevar esta crisis de otra manera. Una cosa obvia, que hasta ahora pasaba por alto en muchas ocasiones, es que somos un pilar emocional muy importante para nuestros hijos, y esta vez no hablamos sólo del vínculo que aportamos a los niños con sus lenguas, sino a que ejercemos un papel fundamental en su desarrollo, en su estado de ánimo, en el ambiente en la casa, … Ejercemos una influencia más allá de lo meramente cotidiano y organizativo.
En este escenario asumimos nuestro mi papel para llevar esta situación de la mejor manera y ayudar a mis hijos a llevarlo lo mejor posible.
Hoy mi hija me hizo pensar en las semanas que llevamos confinados y veo la intensidad de los momentos vividos por todos. Momentos de desconcierto e inseguridad y de extremadas risas y felicidad. Hoy, cuando nuestra vida empieza una nueva pseudonormalidad, mi hija me hizo una recopilación de lo vivido como si de hace mucho tiempo se tratara:
“¿Te acuerdas mamá, cuando hicimos la pancarta para el balcón …?, ¿Te acuerdas cuando hicimos nuestras monedas para nuestra casa, los “coronas” y los “virus” …? ¿Te acuerdas de cuánto lloraste por no haber podido tomar el avión a España para ver a tus padres…? ¿Te acuerdas de las sesiones de cine de los fines de semana, …? Y mamá, qué risa cuando hacíamos deporte por internet y salió una señora en bragas en una ventanita, ... y cuando mi hermano apareció en calzoncillos en una de tus reuniones por internet..., yo quiero volver a montar la tienda de campaña en el salón, me gustó mucho”. …
Una intensidad emocional que difícilmente podremos olvidar.
Personalmente, me quedo con la idea de disfrutar cocinando con mis hijos, de verlos bailar sin parar con Michael Jackson, de las tardes en el sofá haciéndonos cosquillas, de las peleas para sentarnos a hacer deberes, de las reuniones por internet con amigos lejanos y cercanos, de las llamadas de los profesores del colegio, de las sesiones de deporte en familia, de las insaciables lecturas de Harry Potter en voz alta, de responder a sus preguntas trascendentales (nunca antes habían preguntado tanto sobre la vida, la muerte, el cosmos, el ser humano, ...), de dormir con ellos para acompañarlos en sus pesadillas, y sentirme acompañada en las mías, por verlos por fin jugar juntos, por verlos esperar, …
Haber conseguido que estén bien, tranquilos, pacientes, felices sólo por el hecho de estar juntos, … ha sido un trabajo. Una placentera y, a veces, no fácil tarea. Y es ahí donde se me termina el rato de mala conciencia por no haber sido más productiva, por no haber conseguido sacar más trabajo adelante, por no haberme organizado mejor. Y entonces me quedo tranquila y en paz y me quiero.
Por eso queremos dedicar este escrito a las madres de nuestra parte y de parte de los 5 niños que componen Club Solete.
UN ABRAZO ENORME
Bea y Lali
(desde casa apoyándonos y equilibrando la balanza trabajo/familia para que el sentimiento de culpa por no llegar a todo no pueda con nosotras)
Seguimos trabajando, a ratos, cuando podemos y con la misma ilusión de siempre.